12 de desembre del 2017

“Cuentos policiales de la serie negra” de Emilio Renzi

[Oro de Indias, 11 de diciembre de 2017]


Una historia de libros. Curiosa fortuna la de encontrar dos ejemplares del mismo libro raro en dos ciudades muy distantes y en un periodo tan prolongado. Encontré Cuentos policiales de la serie negra por primera vez en 1998, en Lima, en uno de esos libreros al lado de mi antigua facultad. En esa época, Ricardo Piglia era ya un autor prestigioso. Circulaban Respiración artificial y la muy reciente, por entonces, Plata quemada. En los créditos de aquel volumen publicado en 1969, el primero de la Serie Negra, colección de novelas policiales de la editorial Tiempo Contemporáneo dirigida por Piglia, se mencionaba “selección y notas de Emilio Renzi”. Cuarenta y pico años más tarde, Renzi sería el protagonista de los famosos Diarios que Piglia publicó en tres volúmenes antes de fallecer a inicios de este año. El autor de La ciudad ausente siempre reconoció la importancia del relato policial para los autores de su generación. Esta antología es una muestra de ello.
En 1998, yo tenía menos de veinte años, hacía mis primeras armas en la literatura y estaba mucho más apto para el deslumbramiento. Pasados los años, guardaba un buen recuerdo de este libro, aunque no retenía muchos detalles de los relatos, salvo de “No mires atrás” de Frederic Brown. Había también cuentos de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Unos años atrás di mi ejemplar por perdido, en uno de mis tantos intentos de desmontar una biblioteca personal que me queda muy lejos. De vez en cuando, sobre todo alrededor de mi lectura de Los diarios de Emilio Renzi, sentí nostalgia por aquel libro y lamenté haberme desprendido de él tan fácilmente (a veces uno no valora lo que tiene, verdad). Hace unos días, en la feria del libro viejo de Sevilla, me topé con otro ejemplar y lo adquirí sin pensarlo mucho. Me sentí bendecido por no sé qué deidad que promueve hallazgos bibliográficos.
Mi relectura de Cuentos policiales ha sido provechosa y mucho más satisfactoria ahora que soy un lector maduro. Esta antología incluye un breve estudio, con ideas útiles y buena información, de Robert Louit, experto en el género noir. Las novelas de detectives del siglo XX desplazan al detective sofisticado e intelectual, de origen noble o de cómoda vida burguesa, como Sherlock Holmes o Auguste Dupin. Estos detectives suelen asumir su trabajo como juegos de ingenio o desafíos mentales que acaban en la captura de una mente criminal a la altura de su intelecto (un académico de mente trastornada como el doctor Moriarty, por ejemplo). Sus novelas no reflejaban ninguna violencia estructural ni abordaban aspectos sociales. La novela negra, en cambio, se regocija en describir ambientes sórdidos, personajes cínicos y hasta psicópatas, balazos y baños de sangre sin tapujos. La novela negra precede al realismo sucio, anticipa el género gore y los relatos de gánsters a la manera de Quentin Tarantino.


Estos cuentos, compuestos entre los años 30 y 40, máximo apogeo de la novela policial, nos ofrecen una atmósfera, un estilo y unos personajes fácilmente reconocibles ahora. Recordemos tan solo aquel pasaje de El túnel (de 1948) en que se especulaba con las semejanzas entre las caballerías y las novelas de detectives. Los siete cuentos de esta antología son de lectura agradable para los que gusten de la intriga. Especialmente los de Hammett y Chandler (“Un hombre llamado Spade” y “Gas de Nevada”) son de corte clásico: un mundo de hombres duros, pistolas en la sobaquera, mujeres misteriosas, secuestros y extorsiones. “Impulso creador” de Gardner propone la trama, típica, de la estafa a un seguro de vida (piénsese en la magistral Double Indemnity de J. Cain). “La rubia imaginaria” de Ross McDonald nos regresa a otro espacio caro al policial: la frontera de California con México, los hoteles de carretera y la aspirante a femme fataleque hace sus pinitos artísticos. El volumen se cierra con “No te metas con una mujer”, relato de Peter Cheney que ya nos sumerge en el gore con su final sangriento. Finalmente, recomiendo dos cuentos en particular: “No mires atrás” de Frederic Brown, de trama sumamente ingeniosa y envolvente, de la que no vale la pena revelar ningún detalle; y “La muchacha de la tormenta” de aquel narrador magistral que es James Cain, el de Double Indemnity (Pacto de sangre en la traducción del Séptimo Círculo) y El cartero llama dos veces. Estos Cuentos policiales de la serie negra todavía circulan en ferias de América y Europa, y merecen ser más leídos por los textos seleccionados, así como por la “nota” de estirpe borgiana que firma un joven talento llamado Emilio Renzi.




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